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miércoles, septiembre 26, 2012

¿La tecnología domina su vida?

Una de las mayores compañías de tecnología, Apple, ha presentado recientemente  su nuevo producto: el IPhone cinco. Un aparato  que los “tecnófilos” esperan ansiosos desde hace meses y ya se puede adquirir en algunos países como Estados Unidos o Japón. En España habrá que esperar hasta el próximo 28 de septiembre. La pasión  que despierta este tipo de dispositivos  está empezando a generar problemas en algunos individuos que no son capaces de vivir un día alejados de su mundo tecnológico (WhatsApp, Ipad, Facebook y videojuegos, entre otros).


La hipérbole  del poeta Quevedo, “Érase un hombre a una nariz (móvil) pegado”, representa la situación de estas personas tan dependientes  de Internet, los móviles o los ordenadores. Así, la pantalla se convierte en un arma de doble filo para algunas personas tímidas, con baja autoestima o fobia social. De sobra es conocida la utilidad de estos aparatos, pero esa versatilidad puede ser tomada también como un escudo contra sus miedos.
Los psicólogos aseguran que estos abusos están empezando a derivar en nuevos trastornos que se denominan “ciberadicciones”. El catedrático Enrique Echuburua define estas adicciones sin droga como “conductas  repetitivas que resultan placenteras al menos en sus primeras fases y que generan una pérdida de control en el sujeto”.
Estas adicciones coexisten, con frecuencia, con otras de tipo químico, especialmente  en afectados de edad adulta. Aland Medal, el psicólogo del Centro de Solidaridad de Huesca, donde está integrado Proyecto Hombre, asegura que una parte de las personas que ingresan inicialmente con problemas de drogodependencia o ludopatía suelen ser víctimas también de “ciberadicciones”.
Resulta difícil diagnosticar una adicción a Internet, contabilizando las horas dedicadas a dicha herramienta, porque este soporte ofrece infinidad de actividades como música, cine o lectura. Los entendidos en la materia definen a los “ciberadictos” como personas incapaces de dosificar el tiempo de conexión y despreocupadas por las obligaciones familiares, sociales y laborales. Medal insiste en que “la red no debe ser el eje de tu vida”.
Fuente: AP Fotógrafos
Héctor Basile,  presidente honorífico del capítulo de Psiquiatría Infanto Juvenil de APSA, señala parámetros como “el nivel de distorsión en la vida personal, familiar y profesional del individuo” para evaluar la pérdida de control sobre el uso racional de Internet.
Esta dependencia influye en necesidades tan básicas como el sueño y la alimentación, además de los descuidos laborales o familiares, citados anteriormente. La reducción del tiempo dedicado a estas actividades fisiológicas básicas provoca en el individuo cansancio, irritabilidad, debilidad del sistema inmunológico y tendencia al aislamiento social.
El profesor Basile clasifica en dos los perfiles del adicto a Internet. Por una parte, los interesados en realizar tareas en solitario como jugar o recoger información. En segundo lugar, aquellos que utilizan este soporte como estímulo social a través de chats, redes sociales o juegos en línea. Asimismo, se pueden establecer subcategorías entre las que destacan adicciones a buscar información, al sexo, al juego y a las compras, entre otros.
La negación del problema por parte del paciente es el principal obstáculo y para justificar su actuación esgrimen argumentos como la propia utilidad de la red. Por ello, no es fácil que el trastorno se identifique en su fase inicial. Sin duda, los especialistas son los más cualificados para diagnosticar estas anomalías, aunque también existen webs que incluyen cuestionarios sobre “ciberadicciones”.
Una vez detectada la situación, los psicólogos intentan romper los hábitos de conexión; establecer señales que indiquen cuando desconectar; desarrollar un nuevo horario realista con usos frecuentes pero breves y vetar el manejo de ciertas aplicaciones. Esta última medida provoca el conocido síndrome de abstinencia, que también aparece en las personas drogodependientes. La media de tratamiento necesario está entre seis meses y un año aunque cada caso es diferente.
“CIBERPREVENCIÓN”
Las nuevas tecnologías poseen un enorme potencial comunicativo y educativo pero también entrañan riesgos, especialmente para los más jóvenes. La falta de control y el desconocimiento de los padres pueden provocar graves consecuencias para sus hijos. Por ello, los psicólogos apuestan en la actualidad por trabajar con estos sectores de la sociedad, tanto en colegios como a nivel familiar, para prevenir situaciones comprometidas.
 
Medal advierte de que “hacen faltan pautas para dar un buen uso a estos aparatos” y evitar que “el juego, por ejemplo, se vuelva el regidor de la vida del adicto”. Estas lagunas son las que intentan cubrir con esas clases preventivas. Los expertos recomiendan a los padres dosificar los tiempos de conexión de sus pequeños, instalar programas de protección en sus ordenadores y colocar la pantalla en un espacio compartido, como el comedor, para supervisar sus movimientos en la red.
La tecnología es importante para el desarrollo de la sociedad actual porque es una herramienta bastante útil en el día a día. Por ello, debemos aprovechar las posibilidades que blinda pero sin que llegue a dominar nuestra vida.

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